Sin Redundar.

Columna Periodística. -Por Carlos Avendaño.-

Elección judicial del 1 de junio: democracia a la mexicana… o puro teatro. La tan anunciada elección judicial del 1 de junio -donde supuestamente el pueblo elegirá jueces, magistrados y ministros- se perfila más como una tragicomedia nacional que como un ejercicio democrático serio. ¿Participación ciudadana o una puesta en escena cuidadosamente montada? Porque lo que se avecina no es una fiesta democrática, sino un verdadero enredo institucional: boletas impresas por quién sabe quién, sin claridad sobre su seguridad, su foliado ni su trazabilidad. ¿Qué tan confiables serán los resultados? ¿Quién los contará? ¿Quién validará el proceso? ¿Estará todo decidido desde antes? ¿Es esto una elección o una simulación disfrazada de inclusión popular? Una “democracia” sin certeza es solo un espectáculo mal producido. Varios de los posibles candidatos -aún sin nombres oficiales- tienen vínculos grises con trayectorias oscuras, que despiertan más sospechas que confianza. Y entonces la pregunta es inevitable: ¿con qué legitimidad llegarán a sus cargos quienes pretendan impartir justicia si su origen es opaco? Y lo peor: ni siquiera se ha aclarado si esta elección será vinculante o simplemente una consulta decorativa. Entonces, ¿a quién le están hablando cuando prometen que “el pueblo elige”? Si no hay reglas claras, si no hay garantías, si no hay transparencia… ¿esto es democracia o un reality show constitucional? México, ¿rumbo a ser Bolivia o Venezuela? Este modelo no es nuevo. Bolivia hizo una elección judicial en 2011. ¿El resultado? Más del 60% de los votos fueron nulos o blancos, como rechazo popular. Los elegidos llegaron sin legitimidad, y el sistema judicial quedó aún más cooptado por el poder político. En Venezuela, las elecciones judiciales solo sirvieron para consolidar el control del chavismo. El Poder Judicial pasó de ser un contrapeso a ser un instrumento de persecución política. ¿Queremos ese espejo? ¿Ese destino? Una elección que ya empieza a cobrarse antes de realizarse. La economía ya comenzó a dar señales de alerta: El peso mexicano se depreció tras el anuncio del “Plan C”, alcanzando niveles superiores a los 18.30 por dólar. Agencias calificadoras como Moody’s han advertido que una reforma judicial sin contrapesos afectará la confianza en el Estado de derecho. Los mercados no temen a la democracia, temen al desgobierno disfrazado de participación. ¿Y si estamos cometiendo un error histórico? La democracia ciudadana es esencial, sí. Pero también lo es la certeza jurídica, el profesionalismo y la rendición de cuentas. Lo que se juega aquí no es solo una elección judicial. Es la calidad del sistema de justicia que tendrá México en las próximas décadas. Si esta elección sigue adelante en las condiciones actuales, sin reglas claras, sin transparencia, sin garantías mínimas, podríamos estar celebrando una elección histórica… por las razones equivocadas. ¿Querías democracia directa? Aquí la tienes… sin legitimidad, sin garantías y con final anunciado…

El oro verde vale oro… y lo estamos pagando en efectivo. El aguacate, fruto que antes adornaba desayunos de la clase media, hoy es un lujo casi aspiracional. Su precio se disparó sin freno, rebasando los 95 pesos por kilo en promedio nacional. Y en algunas plazas, simplemente se volvió prohibitivo. ¿Dónde duele más al bolsillo? Datos recientes del Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM) indican lo siguiente: Central de Abastos de Acapulco, Guerrero: hasta 120 pesos por kilo. Mercado de Chetumal, Quintana Roo: también 120 pesos por kilo. Centro de Distribución de Colima: 95 pesos por kilo. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas: ronda los 90 pesos por kilo. El aguacate ya no es “verde esperanza”, ahora es verde inflación. ¿Qué está provocando esta alza? 1.- Reducción en la producción nacional: De acuerdo con el SIAP, la producción de aguacate cayó 2.3% en el primer trimestre de 2025 respecto al mismo periodo de 2024. En estados clave como Michoacán, que produce 76% del aguacate del país, se reportaron afectaciones por clima irregular y problemas logísticos. 2.- Inseguridad en zonas productoras: Según datos del Consejo Nacional Agropecuario, más de 20 empacadoras de aguacate en Michoacán han sido extorsionadas o paralizadas por grupos delictivos, encareciendo el transporte y dificultando la exportación. 3.- Demanda internacional en aumento: México exportó más de 1.2 millones de toneladas de aguacate en 2024, principalmente a EE. UU., Canadá, Japón y Europa. La presión de la demanda externa eleva precios internos. 4.- Aumento en los costos de transporte: La inflación en el diésel y los peajes, ha encarecido el traslado de alimentos. Tan solo en 2024, el precio del diésel subió un 6.5% anual, según datos de la CRE. ¿Y el consumidor? Que se aguante el guacamole. Mientras tanto, en la mesa del mexicano promedio, el aguacate pasó de ser acompañante del taco al status de “producto gourmet”. Comprar uno ya requiere cálculo, comparación y hasta estrategia: ¿Lo verde suave o el duro de esperanza? La ironía es que en un país que produce más del 30% del aguacate mundial, existen familias que ya no pueden costearlo en sus hogares. Conclusión amarga (pero sin guacamole): El oro verde sigue valiendo oro… pero lo estamos pagando nosotros, los de siempre…

Universidades del Bienestar: ¿educación o simulación? El ambicioso proyecto de Universidades del Bienestar “Benito Juárez García” huele a pura simulación. Según datos recabados, una sola de estas universidades costó alrededor de 3,000 millones de pesos, pero lo que existe construido son apenas cinco tejabanes, dos corrales y cuatro profesores asignados. Esta supuesta universidad, ubicada en la Ciudad de México, dista mucho de lo que debería de ser, una institución de educación superior. Su infraestructura es precaria, recursos humanos escasos y la calidad educativa está en entredicho. A pesar de todo, el gobierno federal presume que existen 202 planteles en todo el país, presentándose como un logro de inclusión educativa. Pero lo que en realidad muestran muchos de estos “planteles” son aulas improvisadas, ausencia de programas académicos y opacidad preocupante en el manejo del presupuesto. Las “Universidades del Bienestar” nacieron con la promesa de llevar educación gratuita y de calidad para las comunidades marginadas. Hoy, muchas de estas “universidades” parecen más bien obras inconclusas con olor a fraude, en donde los recursos se esfumaron y el derecho a la educación quedó en el discurso…

Sin Redundar y diciendo las cosas tal y como son. Suyos los comentarios estimados lectores…

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