Columna Periodística -Por Carlos Avendaño.-
Gerardo Octavio Vargas Landeros, el ex alcalde de Ahome -también conocido como el Houdini del norte- volvió a hacer magia: desapareció justo en el momento de su primera audiencia judicial por el escándalo menor del arrendamiento irregular de patrullas. Pequeños detalles administrativos, ya saben ustedes. ¿Y por qué no fue? Aquí algunas teorías más creíbles que su currículum: 1.- Le dio el famoso “chorrillo judicial”: esa enfermedad que solo ataca a políticos cuando les toca rendir cuentas. 2.- Está buscando factureros con experiencia en arrendamientos de patrullas fantasma con currículum obligatorio: saber desaparecer contratos sin dejar huella. 3.- Se reunió con su colega en desgracia, Genaro García (no Luna, el otro), para planear el clásico escape sin retorno… con destino final: “Los Mochis del Olvido”. 4.- Anda recorriendo los canales del distrito de riego, pero no para ayudar al campo, sino para recolectar las cuotas del agua que, generosamente, puso a la venta. Porque el agua, como la justicia, fluye… al mejor postor. 5.- Tal vez anda cerrando ventas exprés de sus propiedades. Ya saben: preventa de mansiones para pagar abogados y amparos al 3×2. 6.- O quién sabe, a lo mejor tocando la puerta de Palacio Nacional, buscando una palmadita en la espalda de la presidenta Sheinbaum Pardo. Porque aquí, el que no llora… no le cancelan la audiencia. Y mientras tanto, ¿La JUMAPAM? Bien gracias, flotando entre fugas, opacidad y sospechas, como pez en el agua turbia. Urge una auditoría, pero mejor no muy profunda, no vaya a salir algún tesoro comprometedor. Eso sí: que nadie se asuste. Esto no es impunidad, es solo el estilo de la casa. El mismo libreto de siempre: se enferman, se amparan, se ausentan, se eterniza el proceso y ¡pum! carpetazo mágico. Pregunten por Estrada Ferreiro o “El Químico” Benítez. Son expertos en el arte de desaparecer delitos… en trámites. Y al final, la moraleja nacional: si eres de MORENA, la justicia es como el mole: suave, espesa y se sirve fría… si es que se sirve. Pero tranquilos, recuerden: en la 4T ya no hay corrupción, ni influyentismo, ni nepotismo. Solo hay coincidencias extraordinarias y mucha, pero mucha suerte…
Enrique Parra Melesio, el flamante alcalde de Mocorito, parece estar protagonizando una nueva modalidad de gobierno: el de la reunionitis crónica con síntomas agudos de intervencionitis electoral. Y no, no es una enfermedad rara, es simplemente su estilo de ser propio. Porque a casi el 20% de su administración, el único progreso visible en Mocorito es su agenda social: desayunos, reuniones, fotos y más fotos. Y si algún día aparece una obra pública en el municipio, será probablemente por error o porque alguien se equivocó de coordenadas. ¿Y qué ha gestionado hasta ahora? Nada. Cero. Nulo. Pero eso sí, no pierde oportunidad de aparecer en cuanto evento haya, aunque sea para inaugurar una banca, cortar listón de una maceta o subir una selfie con pose de “trabajando por Mocorito”. Y como si fuera poco, decidió que también quería jugar a ser árbitro electoral en las elecciones de síndicos. ¿La voluntad popular? Bah, qué anticuado. Mejor imponer a chaleco a los suyos. Total, “donde manda capitán, no gobierna marinero” aunque el barco se esté hundiendo por falta de obras. Mientras tanto, los mocoritenses, que ingenuamente pensaron que eligieron a un gestor de servicios, observan cómo el tiempo avanza y la única obra visible es la escultura invisible del abandono. Porque las comunidades siguen esperando drenaje, calles pavimentadas, alumbrado público, apoyo al campo, pero lo que reciben son discursos, aplausos y más política de banqueta. Así que, alcalde Enrique Parra Melesio, si ya terminó la gira de los eventos sociales, ¿Será posible que ahora sí se ponga a trabajar en serio? Porque Mocorito necesita obras, no más “eventitis conmemorativa”. Y créanos, si un día decide ponerse a gobernar de verdad, el municipio se lo va a agradecer y hasta se lo podría perdonar…
Dicen que una imagen dice más que mil palabras… pero todo parece indicar que, para el todavía gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, ni mil imágenes bastan para despertar un gramo de empatía. En una foto -devastadora, real, imposible de ignorar- aparecen los padres de Leidy y Alexa, las dos niñas que fueron asesinadas en Badiraguato. Lloran en el panteón. Lloran su pérdida. Llora el silencio. Mientras tanto, el todavía gobernador de Sinaloa, muy campante, asegura que no fue fuego cruzado. ¿Entonces qué fue, señor Rocha Moya? ¿Un accidente balístico con puntería infantil? Pero claro, en la narrativa de la 4T, todo cabe en un comunicado si se maquilla bien. La realidad sangra, pero el discurso oficial ni se inmuta. Y ahí está Rocha Moya, el morenista más priista que ha parido el trópico sinaloense, defendiendo lo indefendible, con una frialdad que ya quisieran los refrigeradores industriales. Porque aquí, la vida de dos niñas puede perderse en segundos y el gobierno solo ofrece excusas de baja temperatura. Cero autocríticas, cero humanidades, cero vergüenzas. La insensibilidad no solo duele estimados lectores, indigna. Indigna que mientras una familia entierra a sus hijas, el todavía gobernador de Sinaloa entierra la verdad bajo una montaña de declaraciones huecas. Indigna que la justicia se ahogue en eufemismos, mientras los asesinos siguen libres. Indigna que la política siga de pie, mientras la sociedad sinaloense se arrodilla ante la violencia. Pero no se preocupen, dirán desde Palacio: “abrazos, no balazos” aunque esos abrazos no lleguen a los padres de Leidy y de Alexa. Y esos balazos, por desgracia, si están llegando directo, pero al corazón de la impunidad…
Un total de 17 familiares de Joaquín “El Chapo” Guzmán, incluida Griselda López, madre de Ovidio Guzmán, se entregaron al FBI en el puerto internacional de San Isidro, en la frontera con Tijuana. La entrega ocurrió cuando los familiares llegaron desde Culiacán en un vuelo privado. Entre los entregados también se encontraban algunos de los hijos y sobrinos de “El Chapo”, así como una de sus esposas. La información fue dada a conocer por el periodista Luis Chaparro, quien no mencionó detalles sobre una posible negociación con las autoridades de los Estados Unidos de Norteamérica. Este suceso destaca en el contexto de la cooperación entre México y los Estados Unidos en temas de seguridad y de la lucha en contra del crimen organizado, aunque aún se desconocen detalles sobre las circunstancias y los acuerdos detrás de esta entrega…
Sin Redundar y diciendo las cosas tal y como son. Suyos los comentarios estimados lectores…
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