Trump sigue presionando con comentarios sobre anexar Canadá, a lo que el primer ministro Mark Carney responde tajantemente que “Canadá no está en venta”.

La retórica de Donald Trump sobre anexar Canadá, reiterada en su reunión con el primer ministro Mark Carney el 6 de mayo de 2025 en la Casa Blanca, ha intensificado las tensiones bilaterales y generado incertidumbre sobre el futuro del T-MEC. Trump, fiel a su estilo provocador, sugirió que Canadá podría beneficiarse como el «estado 51» con ventajas como impuestos más bajos y protección militar gratuita, a lo que Carney respondió con firmeza: “Canadá no está en venta, ni lo estará jamás”, usando una metáfora inmobiliaria para desestimar la idea. Trump replicó con un “nunca digas nunca”, manteniendo la ambigüedad entre broma y presión estratégica.

Contexto de la tensión:

  • Aranceles y guerra comercial: Trump impuso aranceles del 25% a productos canadienses como acero, aluminio y piezas automotrices, argumentando déficits comerciales y problemas de seguridad (fentanilo y migración), aunque los datos oficiales muestran un déficit comercial con Canadá de 63,300 millones de dólares, lejos de los 200,000 millones que él reclama. Canadá respondió con aranceles de represalia por 42,000 millones de dólares. Algunos aranceles están pausados para productos del T-MEC, pero la amenaza persiste.
  • T-MEC en la cuerda floja: El tratado, renegociado en el primer mandato de Trump y vigente desde 2020, enfrenta una revisión obligatoria antes de julio de 2026. Trump ha cuestionado su necesidad, afirmando que EE.UU. puede autoabastecerse y que Canadá y México no respetan el acuerdo. Carney, por su parte, ve el T-MEC como base para renegociaciones, pero insiste en que cualquier nuevo acuerdo debe respetar la soberanía y beneficiar a Canadá a largo plazo.
  • Estrategia de Trump: Sus comentarios sobre la anexión, aunque improbables en la práctica, funcionan como herramienta de presión para debilitar la posición negociadora de Canadá. Al minimizar la dependencia de EE.UU. de productos canadienses (petróleo, automóviles, madera), Trump refuerza su narrativa nacionalista y busca forzar concesiones en la renegociación del T-MEC. Sin embargo, Canadá representa el 17% de las exportaciones estadounidenses y es su mayor proveedor de petróleo crudo, lo que limita la viabilidad de sus amenazas.
  • Respuesta de Carney: Carney, exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, asumió el cargo en marzo de 2025 y ganó las elecciones del 28 de abril con un mensaje nacionalista anti-Trump. Su postura combina diplomacia con firmeza, evitando choques frontales pero dejando claro que Canadá diversificará sus alianzas comerciales (Europa, Asia) para reducir la dependencia de EE.UU. Su victoria electoral refleja un rechazo masivo a la idea de anexión: solo el 9% de los canadienses la apoya, según encuestas.

Impacto en el T-MEC:
El T-MEC, que sustituyó al TLCAN, es crucial para la integración económica de América del Norte, con un comercio trilateral que superó los 1.2 billones de dólares en 2024. Sin embargo, la retórica de Trump y los aranceles amenazan su estabilidad:

  • Escenario de renegociación: Trump podría exigir cambios que favorezcan a EE.UU., como restricciones al comercio de automóviles o energía, o incluso proponer acuerdos bilaterales en lugar de uno trilateral, debilitando la posición de Canadá y México.
  • Respuesta de Canadá y México: Carney ha prometido aranceles de represalia con “máximo impacto” y busca fortalecer la economía interna y alianzas externas. México, bajo Claudia Sheinbaum, ha adoptado una postura más cauta, pero también planea respuestas integrales a los aranceles.
  • Riesgos económicos: Una ruptura o renegociación desfavorable del T-MEC podría dañar sectores clave como el automotriz (Canadá exporta el 76% de sus productos a EE.UU.) y energético, además de afectar la inversión extranjera directa, que en 2023 alcanzó los 618,200 millones de dólares canadienses desde EE.UU.

Perspectiva crítica:
La insistencia de Trump en la anexión parece más una táctica de negociación que un plan realista, diseñada para desestabilizar a Carney y forzar concesiones en el T-MEC. Sin embargo, subestima el sentimiento nacionalista canadiense, avivado por sus propias provocaciones, que ha consolidado a Carney como un líder firme. La narrativa de “subsidios” y “protección militar gratuita” de Trump carece de sustento: Canadá aporta significativamente a la OTAN y mantiene un ejército modesto pero funcional. Por otro lado, la diversificación comercial de Canadá hacia Europa y Asia, promovida por Carney, es una estrategia a largo plazo que enfrenta retos inmediatos debido a la profunda interdependencia con EE.UU.

Futuro del T-MEC:
El tratado no está condenado, pero su futuro depende de la capacidad de Canadá y México para negociar de manera coordinada frente a Trump. La reunión del 6 de mayo fue un primer paso, calificada por Carney como “constructiva”, con acuerdos para nuevas conversaciones en las próximas semanas. Sin embargo, la postura inflexible de Trump sobre los aranceles y su cuestionamiento del T-MEC sugieren negociaciones difíciles. México, con su récord de exportaciones a EE.UU. (131,299 millones de dólares en el primer trimestre de 2025), tiene un interés similar en preservar el tratado, lo que podría llevar a una alianza táctica con Canadá.

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