La grafología, el estudio de la escritura a mano para determinar rasgos de personalidad o características psicológicas, es un tema controvertido. No hay consenso definitivo en la comunidad científica sobre su validez, y la respuesta depende del lente con el que se mire.
Por un lado, algunos argumentan que es una ciencia porque se basa en observaciones sistemáticas y patrones repetibles. Los grafólogos profesionales, especialmente en países como Francia o España, donde se usa en selección de personal, sostienen que hay correlaciones entre ciertos rasgos de la escritura (como presión, tamaño o inclinación) y aspectos de la personalidad. Existen estudios, como los de la escuela francesa de grafología, que intentan darle un marco metodológico.
Por otro lado, la mayoría de la comunidad científica lo considera un fraude o, en el mejor de los casos, una pseudociencia. No hay evidencia empírica sólida ni estudios controlados de gran escala que demuestren una relación consistente y reproducible entre la escritura y la personalidad. La psicología moderna, respaldada por métodos estadísticos y experimentales, tiende a descartarla por falta de rigor. Críticas comunes incluyen su subjetividad y el efecto Forer (interpretaciones vagas que parecen acertadas porque son generales).
En resumen: no hay pruebas concluyentes que la avalen como ciencia según estándares actuales, pero tampoco se puede negar que algunos la encuentran útil en contextos prácticos, aunque sea de forma anecdotal.
