«Del Zócalo al Espejismo: ¿Qué esconden los primeros 100 días de Claudia Sheinbaum?».
México un país donde la violencia y la desigualdad son el pan de cada día, la política de espectáculo se ha convertido en la estrategia favorita del poder.
Pero, ¿acaso llenar el Zócalo con miles de personas es la solución que necesitamos? Los recientes eventos del informe de los 100 días de gobierno de Claudia Sheinbaum no son más que una cortina de humo, una ilusión de progreso que, más que resolver problemas, genera más preguntas que respuestas.
Movilizar multitudes tiene un costo altísimo, no solo económico, sino también ético.
El uso de recursos públicos para llenar plazas con simpatizantes es una estrategia populista que desvía la atención de los problemas que realmente afectan a los ciudadanos.
Miles de pesos se destinan al transporte, comida, seguridad y logística, mientras que los temas urgentes para la población se quedan en el olvido.
La inseguridad sigue siendo la principal preocupación de los mexicanos.
La violencia y el crimen organizado continúan desbordando muchas regiones del país, como Sinaloa, Guanajuato Michoacán tabasco entre otras más.
A su vez, el aumento de feminicidios, desapariciones forzadas y el narcotráfico siguen siendo problemas persistentes.
¿De qué sirve llenar el Zócalo si los ciudadanos siguen viviendo con miedo?
La narrativa oficial habla de avances en bienestar social, pensiones y becas, y de una lucha por reducir la desigualdad.
Si bien estas políticas son importantes, no tocan las raíces de los problemas económicos.
El asistencialismo no es la solución, lo que México necesita es un modelo económico que apueste por la inversión productiva, la creación de empleos dignos y una reforma profunda en el sistema educativo y de salud.
Los primeros 100 días de gobierno deberían haber sido un momento para la autocrítica y la reflexión profunda.
Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de marcar una diferencia real, pero eso solo será posible si decide priorizar la acción sobre la imagen y las multitudes. México no necesita más espectáculos políticos ni discursos grandilocuentes.
México no puede seguir siendo una nación donde la política se reduce a espectáculos vacíos. Necesita estrategias claras, inversiones responsables y políticas públicas que enfrenten las crisis estructurales de manera efectiva.
Los problemas no se resolverán con aplausos ni con plazas llenas, sino con decisiones audaces que mejoren la vida de todos los mexicanos.
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