Hace cerca de un año –la fuente no logra poner fecha exacta–, al narcotraficante Joaquín el Chapo Guzmán se le permitió enviar una carta a México por medio de sus abogados. La misiva iba dirigida al mayor de los hijos que engendró con Griselda López: Joaquín Guzmán López.
En ella, según relatan a Proceso dos fuentes del gobierno federal estadunidense y dos más dentro de la propia familia Zambada, el Chapo enviaba una extraña instrucción: “Tú ya sabes quiénes son los objetivos. Ya sabes qué hay que hacer”.
Lo que ordenaba en aquella carta era precisamente el secuestro de su compadre Ismael el Mayo Zambada para entregarlo a las autoridades estadunidenses y así poder negociar una serie de beneficios tanto para Joaquín como para Ovidio Guzmán López, otro de sus hijos.
De estos dos hijos del Chapo, Joaquín Guzmán López es quien menos cargos enfrenta en Estados Unidos y quien podría salir de la cárcel en menos tiempo. Esto lo sabía el Chapo y lo que buscaba era justamente aprovechar esa circunstancia, indican las fuentes consultadas.
La estrategia del Chapo, según las fuentes, era la siguiente: si Joaquín se entregaba a cambio de liberar a Ovidio, los dos podrían salir pronto de prisión.
Pero para eso Joaquín necesitaba entregar a alguien importante, a alguien que para Estados Unidos fuera lo suficientemente valioso. ¿Y quién mejor que Ismael el Mayo Zambada?
Por medio de una carta, el Chapo le ordenó a su hijo Joaquín lo que serían sus siguientes pasos: contactar a las agencias de Estados Unidos, planear su entrega, traicionar al Mayo y liberar a Ovidio.