Como parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, esta zona podría representar una amenaza para aproximadamente 50 millones de personas, según un organismo de la Alcaldía Iztapalapa.
La Faja Volcánica Transmexicana (FVTM), una cadena de volcanes que atraviesa México de este a oeste, es un coloso de la naturaleza.
Desde la costa del Pacífico hasta Veracruz, sus impresionantes formaciones no sólo representan un atractivo geológico, sino también un potencial peligro para millones de personas, según el Observatorio Interactivo de Hundimiento y Fracturamiento de la Alcaldía Iztapalapa (OIHFRA) en Ciudad de México.
Aunque esta región ha sido considerada durante mucho tiempo como de bajo riesgo sísmico, recientes investigaciones sugieren que su actividad volcánica y sísmica podría estar subestimada.
La Faja Volcánica Transmexicana es una extensa cadena de volcanes que cruza México de este a oeste, desde Nayarit hasta Los Tuxtlas en Veracruz, abarcando 9,540 kilómetros cuadrados del territorio nacional, de acuerdo con el OIHFRA.
Estos volcanes se formaron por la subducción de la Placa Tectónica de Cocos bajo la placa de Norteamérica en la costa del Pacífico. La subducción ocurre cuando una placa con corteza oceánica más densa colisiona con una placa con corteza continental menos densa. Este proceso genera magma que, bajo alta presión, asciende a la superficie formando volcanes.
“En la FVTM se localizan algunas de las sierras más altas del país y dentro de sus valles volcánicos se asienta la mayor parte de la población del centro, más de 50 millones de personas”, menciona la página oficial del Observatorio.
En esta franja que cruza al país se encuentran volcanes activos y de alto riesgo, como el Popocatépetl y el volcán de Fuego de Colima, considerado uno de los más activos de Norteamérica y el más activo de la República Mexicana, de acuerdo con Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial del CONAHCYT.
El Popocatépetl también es un volcán que se encuentra activo, es común que realice exhalaciones acompañadas de vapor de agua, gases volcánicos y en ocasiones ligeras cantidades de ceniza.
La FVTM forma parte del Anillo de Fuego del Pacífico, una cadena tectónica de 40,000 kilómetros situada en el océano Pacífico. Esta región, con forma de herradura, se distingue por su intensa actividad sísmica y volcánica, de acuerdo con National Geographic.
“En el Cinturón de Fuego del Pacífico ocurre el 90 por ciento de la actividad sísmica del planeta y concentra a la gran mayoría de volcanes activos del mundo (75 %), de ahí que el nombre de esta placa lleve la palabra fuego”.
Aunque esta zona se ha considerado por mucho tiempo como de bajo peligro sísmico, la FVTM ha sido origen de sismos de alta intensidad, causando daños severos, de acuerdo con Gerardo Suárez del Departamento de Sismología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en una entrevista con BBC Mundo.
“Es una región que se ha considerado por tiempo de relativamente bajo peligro sísmico… Hemos encontrado que en la historia hay varios sismos que, a pesar de que son poco frecuentes y de magnitud no tan grande como los que hay en la costa del Pacífico, podrían representar un peligro inminente porque en el pasado han causado daños a esta zona tan poblada del país”, explica Suárez.
Una investigación realizada por Suárez y dos colegas más, José Bayona y Mario Ordaz, titulada Una evaluación probabilística del peligro sísmico del Cinturón Volcánico Transmexicano basada en la sismicidad histórica y registrada instrumentalmente encontró que hubo seis terremotos desde el siglo XV hasta la actualidad que se explica por la actividad de la FVTM.
Los investigadores hacen referencia a dos grandes terremotos en la Faja Volcánica Transmexicana: el 19 de noviembre de 1912 y el 4 de enero de 1920, el primero de magnitud 6.9 y el segundo de 6.4. Este último resultó en más de mil 500 muertes.
Suárez menciona que comprender que existen otras fuentes de actividad geológica debería llevar a una reconsideración del peligro sísmico en el centro del país. Esto sugiere que no sólo se debe tener en cuenta la actividad sísmica registrada, sino también otras posibles fuentes de movimiento terrestre, lo que podría modificar la evaluación del riesgo sísmico en la región.