En un nuevo ataque aéreo israelí a la sede de Hezbolá, se ha informado que las fuerzas israelíes destruyeron importantes reservas de efectivo y oro que el grupo militante chiita mantenía en sus instalaciones. El ataque, que tuvo lugar en el sur del Líbano, se dirige a desarticular las capacidades financieras de Hezbolá, que ha sido un actor clave en el conflicto con Israel y en la política regional de Medio Oriente. Las autoridades israelíes han incrementado sus esfuerzos para debilitar la infraestructura financiera de la organización, que, según diversas fuentes, mantiene vínculos con Irán y opera con vastos recursos económicos.
Según diversas fuentes de inteligencia, se estima que Hezbolá perdió aproximadamente 1.500 millones de dólares en efectivo durante el ataque. Además, se reporta que alrededor de 2.000 libras de oro, que estaban almacenadas en el sitio, fueron derretidas y destruidas. Esta acción se enmarca en la estrategia de Israel de atacar las fuentes de financiamiento de sus adversarios y limitar la capacidad operativa de los grupos armados. Hezbolá, por su parte, no ha comentado oficialmente sobre el impacto económico, pero se espera que este golpe sea significativo para sus operaciones en la región.
El ataque tiene implicaciones tanto estratégicas como económicas. Desde el punto de vista estratégico, la pérdida de recursos financieros representa una disminución en la capacidad de Hezbolá para financiar operaciones militares y expandir su influencia en la región. A nivel económico, la destrucción de las reservas pone de manifiesto la vulnerabilidad de los grupos armados que operan en áreas con conflictos prolongados y también resalta el papel del dinero en los conflictos geopolíticos de Medio Oriente. Este incidente podría incrementar la tensión en la región, especialmente entre Israel y sus aliados, y entre Hezbolá e Irán, el principal patrocinador del grupo.